viernes, febrero 26, 2010

Censura!

No se aún bien porque (JAMÁS LO HABÍA HECHO ANTES, ni siquierea por gente que es mil millones de veces más importate en mi vida), pero me he autocensurado... Espero sea suficiente censura para el afectado.

De todas formas, sirva este post para decir además, que aunque lo sospechaba, desconocía el gran éxito que entre mis ex tiene este blog...

Nos vemos en los bares!! (Y esta vez también pago yo)

martes, febrero 23, 2010

BAJ!

Otra persona de las que pasaron por mi vida y se fue sin dejar rastro fue "ÉL", un "amigo" que se metió entre nosotros de la mano de Eduardo y se trajo de la suya a Antonio... Amigos que con gusto, sí conservo.

Después de tanto tiempo, aún no sé en verdad si llegó a ser amigo o no lo fue; su idea de amistad se descubrió como totalmente opuesta a la mía... De hecho, creo que es opuesta diréctamente a la definición de amistad...

Un jeta, un aprovechado, alguien que si alguna vez daba algo (que no lo hacía) era para recibir algo a cambio. Alguien que se estuvo aprovechando de sus amigos todo el tiempo que pudo y las veces que hizo falta... Alguien gracias a quien nos vimos metidos en follones, nos echaron de los bares... Gracias a quien... Nada de gracias.

Se pavoneaba al entrar en los bares, invitando rondas para las que luego resultaba llevar la cartera vacía... Siempre conocía al dueño hasta que un día el propio dueño fue el que le dijo que él no le conocía...

Hubo un tiempo en el que la verdad, nos echamos unas risas, pero luego, la cosa dejó de tener gracia... Al final, se enquistaron en su casa, se encerraron en su mundo e intentaron que la realidad cambiara...

Qué más decir... Que en la vida, hay veces, en las que perder un amigo es ganar en calidad de vida... Aunque en su momento realmente lo sentí, hoy no lo hago.

Y que el ciego que no quiere ver, es ciego dos veces...


jueves, febrero 18, 2010

Ruth Vilar Bergua


Ruth fue sin duda mi primer amigo... No sé bien cómo nos conocimos, vivíamos en el mismo edificio, su madre y mi padre trabajaban juntos y fuimos juntos a la guardería; no sé cual de estas tres cosas hizo que nos conociéramos...

Al final, supongo, que la mezcla de todo nos hizo una pareja inseparable, por lo que sé, me pegaba el día hablando de ella y ella creo también hablaba de mi...

El paso del tiempo ha diluido los recuerdos y una maraña de nombres, fechas y lugares se agita en mi cabeza, sin dejarme ver del todo claro qué fue verdad y qué se ha inventado el transcurrir de los días...

Recuerdo ir constantemente a casa de su abuela, una casa con corral y una escalera... Recuerdo unos perros y sus cachorrillos... Recuerdo la entrada oscura con la escalera al fondo a la derecha... Nos recuerdo sentados, en la escalera, haciendo girar, apretando los botones, al muñequito trapecista... Recuerdo una cocinita de niños con cacharritos de metal... Recuerdo... poco mas recuerdo.

Nuestro cambio de casa o el salir de la guardería, no sé qué fue pero terminó con nuestros juegos juntos... Nunca más supe de ella, nunca más nos sentamos juntos en aquella escalera.

Recuerdo que después, todo el resto de años que viví sin verla, cuando pasaba por delante de la casa de su abuela, siempre echaba un ojo por la puerta cuando la encontraba entre abierta... A veces me quedaba un rato, para ver si salía alguien y que me reconociera.

Con los años, después de los noventas, supe por casualidad, que coincidí con ella cuatro años en el instituto... Nunca fui consciente de eso y no supe entonces reconocerla; nunca sabré si ella supo en algún momento quien era yo, ni si tuvo ganas de decirme quien era ella...

Más tiempo después, coincidimos tres o cuatro nueves de agosto en Casa Juan; tres o cuatro conversaciones de un ratito, entre el bullicio de la gente y los acordes de la canción de San Lorenzo... De eso recuerdo unas trenzas, su cabeza llena de ellas...
También recuerdo que la última de esas veces dije algo que no debiera; recuerdo su cara, recuerdo volver a perderla...

No sé donde andarás, ni que habrá sido de tu vida... Sólo sé que me habría gustado no perderte como amiga... Que me gustaría poder juntar un día nuestros recuerdos... Y volver a sentarme en vuestra escalera.

miércoles, febrero 17, 2010

Saulo Lasso Barahona


Hay gente que con el tiempo, se queda atrás... El paso de los días los desdibuja de tu vida... Saulo es uno de esos que pasó y de los que nunca más volví a saber.

Nos conocimos en la guardería y la verdad es que pronto nos hicimos buenos amigos... El colegio fue un transcurrir de amistad, él en mi casa y yo iba a la suya... Podríamos decir que éramos buenos amigos. No nos importaban nuestras diferencias, no nos importaban; él buen estudiante (hoy sé que a la fuerza) y yo... yo preferí reírme y enredar todo el día.
En el instituto algo cambió, las diferencias se hicieron más evidentes... Se agrandó el hueco que nos unía... A pesar de lo cual aguantamos bien hasta segundo. Todo ese tiempo, toda la vida habíamos ido juntos a la misma clase...

Y un día, un día que no sé ni cuando; no sé si era invierno, no sé si verano... Al salir de clase me llevó a un aparte... Me dijo que teníamos que pegarnos, que no había otra forma de resolverlo... Y antes de enterarme empezó a golpearme. Yo me quedé quieto, sin terminar de entenderlo pero no sirvió de mucho... Empezó dando patadas esperando mi respuesta... y al final la ira le subió a los ojos... Cada vez más duro, cada vez más fuerte... Mientras yo, seguía quieto, tratando de calmarle.
No sé el tiempo que pasó dando patadas, pero de pronto sin esperarlo, lanzó un puño contra mi cara. Yo lo esquivé como pude, pasó rozando mi oreja y sin quererlo, sin pensarlo, mi puño reaccionó saliendo como un resorte... duro, grande, rápido... Al momento lo vi en el suelo, como a 4 metros, sangrando...

Se levantó corriendo y volvió para golpearme; traté de hacerle ver que ya era suficiente, que todo aquello sobraba... Y me fui a casa.

Después de eso, cada vez menos, menos risas, menos charlas, menos todo... El curso siguiente yo me quedé en segundo y él no, yo seguí sin estudiar y el no... Yo quise seguir siendo su amigo, y él no... Y después todo lo demás es no... No volvimos a hablar, no nos volvimos a ver... No sé donde andará y no sé lo que de él fue...No.

Es triste, pero lo único que me queda de él hoy por hoy, es una cicatriz en el dedo anular de mi mano derecha... La cicatriz que quedó de aquel puñetazo que lo mandó a más de mil Kilómetros de mi vida, la cicatriz que me recuerda cada día que tuve un amigo del que ya no sé absolutamente nada... nada.