jueves, febrero 18, 2010

Ruth Vilar Bergua


Ruth fue sin duda mi primer amigo... No sé bien cómo nos conocimos, vivíamos en el mismo edificio, su madre y mi padre trabajaban juntos y fuimos juntos a la guardería; no sé cual de estas tres cosas hizo que nos conociéramos...

Al final, supongo, que la mezcla de todo nos hizo una pareja inseparable, por lo que sé, me pegaba el día hablando de ella y ella creo también hablaba de mi...

El paso del tiempo ha diluido los recuerdos y una maraña de nombres, fechas y lugares se agita en mi cabeza, sin dejarme ver del todo claro qué fue verdad y qué se ha inventado el transcurrir de los días...

Recuerdo ir constantemente a casa de su abuela, una casa con corral y una escalera... Recuerdo unos perros y sus cachorrillos... Recuerdo la entrada oscura con la escalera al fondo a la derecha... Nos recuerdo sentados, en la escalera, haciendo girar, apretando los botones, al muñequito trapecista... Recuerdo una cocinita de niños con cacharritos de metal... Recuerdo... poco mas recuerdo.

Nuestro cambio de casa o el salir de la guardería, no sé qué fue pero terminó con nuestros juegos juntos... Nunca más supe de ella, nunca más nos sentamos juntos en aquella escalera.

Recuerdo que después, todo el resto de años que viví sin verla, cuando pasaba por delante de la casa de su abuela, siempre echaba un ojo por la puerta cuando la encontraba entre abierta... A veces me quedaba un rato, para ver si salía alguien y que me reconociera.

Con los años, después de los noventas, supe por casualidad, que coincidí con ella cuatro años en el instituto... Nunca fui consciente de eso y no supe entonces reconocerla; nunca sabré si ella supo en algún momento quien era yo, ni si tuvo ganas de decirme quien era ella...

Más tiempo después, coincidimos tres o cuatro nueves de agosto en Casa Juan; tres o cuatro conversaciones de un ratito, entre el bullicio de la gente y los acordes de la canción de San Lorenzo... De eso recuerdo unas trenzas, su cabeza llena de ellas...
También recuerdo que la última de esas veces dije algo que no debiera; recuerdo su cara, recuerdo volver a perderla...

No sé donde andarás, ni que habrá sido de tu vida... Sólo sé que me habría gustado no perderte como amiga... Que me gustaría poder juntar un día nuestros recuerdos... Y volver a sentarme en vuestra escalera.

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